Alexander Payne
(Papadopoulos es el apellido que pone en sus documentos) es un excelente
director de cine. Tal vez no esté en el Olimpo, pero sí creo que es uno de esos
artesanos con estilo propio cuyas películas suelen ser garantía de un mínimo de
calidad. A pesar de haber cumplido ya los sesenta años en su filmografía
aparecen tan solo un puñadito de películas, entre las que podemos señalar la
premiada “Entre copas”, y las curiosas “A propósito de Schmidt” (una de las últimas
apariciones del gran Jack Nicholson en la pantalla) y “Los descendientes”.
Si has visto alguna
de ellas supongo que el humor latente, amable y con un tono ligeramente crítico
con el que impregna a sus historias Payne, te habrá agradado en la misma medida que la
humanidad que pone en sus cintas. La que acabo de ver, “Nebraska”, es una buena
muestra de lo que intento señalar.