domingo, 26 de septiembre de 2021

La gran belleza

 

Hay películas que vale la pena ver sin conocer nada de ellas y sin conocer mucho de la historia ni de fervientes recomendaciones ni de premios que haya llegado a obtener. “La gran belleza” es una de ellas. Así que desde aquí te emplazo a, si no la has visto, que la veas a ciegas. Sin leer los siguientes párrafos. Y si la has visto y te apetece, continúa.


No sé la edad que tienes pero es probable que si eres de mi quinta (tonteando con el medio siglo) hayas apreciado un cambio en la velocidad de la vida. Hoy día vamos a muchas más revoluciones que hace veinte años. También pasa con el cine. Antes una película tenía una vigencia de unos meses en las salas de cine, luego unos meses en el videoclub, y luego teníamos la oportunidad de verla en la televisión. Sin embargo, hoy día tiene la vigencia de un meme.

Inside no. 9

 

Seguramente sería descabellado decir que un producto que lleve el sello de la BBC sea de forma inequívoca un producto de calidad. Sin embargo es la sensación que tengo, ya que cada vez que me he acercado a una de sus series he resultado satisfecho con el resultado. Así que, cuando vi alguna recomendación de esta serie que traigo hoy, sin saber mucho más que por quién estaba producida, decidí darle una oportunidad.


Y unos tres minutos después de comenzarla, fui consciente de que lo que suponía (la calidad) era real, y el guion derrochaba ingenio desde las primeras líneas. Lo que no podía suponer es que ese ingenio se iba a mantener durante seis temporadas, sin dejar atrás en ningún momento el buen hacer y el talento.

Nuestra hermana pequeña

 

Sachi, Yoshino y Chika son tres hermanas japonesas que, desde que fueron abandonadas primero por su padre (por una aventura amorosa) y luego por su madre (veremos el motivo), viven en la antigua y un poco maltrecha casa de su abuela. Dicha abuela falleció ya hace unos años y ellas, en mayor o menor medida, se afanan en conservar las seculares tradiciones japonesas, que convierten en un arte las labores cotidianas.


Al recibir el aviso del fallecimiento de su padre, al que no ven desde hace 14 años, acuden respetuosamente al funeral. En la estación de tren está esperando Suzu, hija que tuvo su padre con una mujer a la que no llegaron a conocer. Suzu ha de quedarse al cuidado de la viuda de su padre, ya que su madre ha fallecido. ¿Qué sucederá?

The office

 Ricky Gervais y Stephen Merchant decidieron unir sus mentes allá por el año 2001 e idear un falso documental producido por la BBC2 y emitido en la misma en el que se presentaba la vida de una oficina de una empresa por supuesto ficticia (Wernham Hogg Paper Company) dedicada a la venta de papel a diferentes empresas. Los personajes son conscientes de la presencia de las cámaras y a menudo interactúan con ellas. A menudo no, sería mejor decir constantemente.


Ideada en temporadas de seis capítulos de 30 minutos cada uno, los bajos niveles de audiencia la condenaron a ser eliminada de la parrilla tras tan solo 2 temporadas. Posteriormente se recuperó la idea y a los personajes para emitir dos episodios de Navidad, con la que se dio por finiquitada la trama. En total tan solo 14 capítulos.

Érase una vez en... Hollywood

 

Hoy voy a hablar de "Érase una vez en... Hollywood" y, lo siento, pero tratándose de una película de Quentin Tarantino no creo que vaya a resultar muy objetivo. La historia que nos trae (según el propio director y su planificadísima carrera será su penúltima película) es una historia muy conocida: hace más de 50 años Charles Manson se hizo célebre por ser el ideólogo de una especie de secta llamada La Familia, que seguían los mandatos del cabecilla y que acabaron con una serie de terribles y horribles asesinatos, de los cuáles los más recordados son los sucedidos la noche del 9 de agosto de 1969 en una casa de Cielo Drive, en Los Ángeles.


Concretamente era la vivienda del director Roman Polansky y de su esposa Sharon Tate. Esa noche Polansky no se encontraba en Cielo Drive, y fue asesinada su esposa (embarazada de nueve meses) junto con algunos amigos que se encontraban con ella.

Amor

 

A lo largo de nuestra vida cada uno de nosotros somos diferentes y diversas personas (la de hoy es un compendio de todas las anteriores) y del mismo modo nos sucede con los gustos, ya sean musicales, literarios, culinarios o cinéfilos. A mis casi 50 años he tenido muchas películas favoritas (evidentemente no se parece la que tenía a los 15 años a la que tenía con 40) y últimamente se trata de un grupo de películas que se pueden contar con los dedos de una mano.


Es peligroso revisitarlas, porque se puede esfumar la sensación que nos llevó a querer esa película, y que el resultado sea peor de lo esperado. Ayer decidí volver con una de esas tres o cuatro películas que recuerdo como las que más me hicieron sentir a lo largo de mi vida: “Amor”, de Michael Haneke. Si echo la vista atrás, estaba en mi podio por su tono realista y descarnado, por su humanidad al expresar con escenas lo que se lleva dentro (en mi significado de “humanidad” caben todos los sentimientos humanos, sean negativos o positivos) y porque hace honor al título de la película, ya que me parece la más (no voy a decir bella, porque no lo es) deslumbrante demostración, en multitud de maneras, de amor que se puede ver en una pantalla.

Nomadland

 

Fern hace un tiempo que perdió su trabajo. Como le sucedió a la mayor parte de sus vecinos, el hundimiento de la explotación minera de su pueblo destrozó las posibilidades de Fern y de su marido. Éste, además, sufrió una enfermedad que en pocos meses acabó con su vida. Así que la protagonista de nuestra historia se enfrenta a un futuro muy diferente del que se había imaginado: obligada a saltar de contrato en contrato y de localidad en localidad, sus posibilidades económicas van menguando hasta un punto en el que no es capaz de mantener una vivienda.


Y ahí, en ese punto, se da cuenta de que la única posibilidad de supervivencia pasa por deshacerse de los objetos que posee y quedarse tan solo con lo mínimo, al tiempo que convierte su medio de transporte en su vivienda: Fern ha de vivir en su furgoneta, pasar las noches en campings o gasolineras y seguir la corriente de personas que se aferran a los trabajos de temporadas, en circunstancias precarias y poco estables.

Dekalog

 

Krzysztof Kieślowski (lo confieso, no lo he escrito, es un copia-pega) fue un guionista y director de cine polaco, nacido en Varsovia en 1941 y muerto en la misma ciudad en 1996. En los últimos años de su vida estaba escribiendo un guion en tres partes para llevar a la pantalla “La divina comedia”, de Dante. 

Sin embargo, falleció sin llegar a terminar ese trabajo. Si hacemos un resumen de su filmografía, la trilogía “Tres colores” (Azul, Rojo, Blanco) seguramente venga a la mente de la mayoría de los espectadores. Con ella cosechó un buen número de premios.

Canino

 

Hay cineastas que tienen un estilo propio, en el que seguramente, si vemos una película empezada sin tener conocimiento sobre el argumento o quién la protagoniza, en unos minutos nos damos cuenta de que “parece una película de…”.

En ese grupo podemos incluir a muchos directores, y cada uno tendremos seguramente una clasificación diferente. Desde no hace mucho yo tengo un nombre nuevo en esta categoría: el de Yorgos Lanthimos. Y es a que las películas de este autor griego no puedo más que clasificarlas en un género: el de su director.

The virtues

 

Hay formatos que parecen estar hechos para difundir calidad. Y creo que el formato miniserie es el adecuado para esas historias a las que importa menos la audiencia y sí hacer un producto contundente y sin renunciar en ningún momento al tono que se le quiere dar. Por un lado las películas tienen el inconveniente de que no pueden tener al espectador sentado en una butaca demasiado tiempo, y han de limitarse a no extender demasiado la duración del metraje.


Por otro lado, las series que se basan en emitir temporadas siempre corren el riesgo de, una vez presentados los personajes, adecuarlos al espectador basándose en clichés que los van difuminando. Además, se suele recurrir a esquemas de capítulos que nos suenan a todos, por lo que alargar las temporadas suele echar a perder una buena serie.

Cobra Kai

 

En los últimos años cualquiera puede observar que la estética y la temática de los años 80 tienen un gran tirón en las series y películas que se estrenan. No sabría decir cuál es el principio porque siempre es algo gradual, pero series como “Stranger things” tienen una gran influencia (incluso creo que en la forma de vestir, antes de esa serie era difícil ver pantalones como los que ahora usa la mayor parte de la juventud).


Del mismo modo se hacen remakes, y continuaciones de películas que tuvieron éxito en dicha década. Si hubiera que definir la temática predominante en aquellos años seguramente nos saldría un protagonista con cierto exceso de testosterona que, por la razón que fuese, tendría que emplearlo en machacar al antagonista. Al pobre hombre no le quedaría más remedio que emplear todo su potencial durmiente en acabar con una injusticia.

Hipócrates

 

Thomas Lilti es un médico de familia francés cuya afición a la escritura y al cine le alejó de su profesión, que ejerció durante diez años. Sin embargo, esa experiencia se ve plasmada en muchos de sus trabajos como guionista y como director. El más reconocido es la película "Hipócrates", estrenada en 2014 y con gran éxito de crítica y público. 

En dicha película se nos presenta a varios médicos en prácticas desde una visión más realista de lo habitual y alejándose de los tópicos de las películas y series del género.

Yo, Claudio

Es sorprendente cómo es de corta la memoria del ser humano. A casi todo el mundo que se le pregunta (y yo me incluyo) sobre las mejores series que han visto (o cualquier otro tema) sale de forma natural hablar de las mejores de los últimos años. Y las de los anteriores, las de hace décadas, quedan ancladas en ese pasado que no tiene mucha pinta de volver.

Pues bien: acabo de terminar de ver "Yo, Claudio", una serie de 1976 que muchos vimos cuando éramos pequeños cuando la televisión era cosa de una emisión o dos como mucho simultáneas (y mucho me temo que no entendimos gran parte de lo que veíamos). Y es, sin ningún género de dudas, de las mejores que he visto en mi vida.

Los Durrell

 

Gerald Durrell fue un conocido divulgador de su amor por los animales, lo que llevó a cabo de diversas maneras, y tuvo un enorme éxito haciéndolo en su país durante las décadas de los 70 y 80 del siglo pasado. Además, cultivó una prolífica carrera de escritor en la que siempre estuvo presente ese amor por la fauna que nació prácticamente con él (afirmaba que la primera palabra que pronunció en su vida fue zoo). 

De entre todos los libros que publicó destaca su llamada "Trilogía de Corfú", que comienza con la conocidísima "Mi familia y otros animales".

El secreto de sus ojos

 Las buenas películas lo son independientemente del momento en el que las veamos. Con esto quiero decir que, si nos aislamos de la campaña que suele ir adherida al estreno de una película y somos capaces de olvidarnos de los premios que pudo conseguir, nos acercaremos con más acierto a lo que realmente es.


Un guion, dirección, unos actores... La película que acabo de ver tuvo desde el momento de su estreno aspecto de ser una buena película. Además, obtuvo un buen número de premios incluido el más reconocible.

La juventud

 

Un director de orquesta que hace tiempo dejó su ocupación decide pasar unas vacaciones en un balneario suizo, acompañado de su hija (y que al mismo tiempo trabaja como su asistente) y su mejor amigo, cineasta de éxito y de prestigio, que está inmerso en la producción de su última película, y con última quiero decir precisamente eso… lo que llama su testamento fílmico.


El protagonista, interpretado por un descomunal Michael Caine, repasa junto a su amigo, un igualmente brillante Harvey Keitel, un largo pasado que, cerca de cumplir los ochenta años, parece cada vez más lejano, más difuminado y dispuesto a ensombrecer el probablemente corto futuro que les queda por vivir.

Una historia verdadera

 

La vida a veces necesita transitar a baja velocidad. Nos pasa a todos en algún momento de nuestra existencia e incluso el revoltoso director norteamericano David Lynch también tuvo esa necesidad en alguna ocasión, aunque parezca algo descabellado. 

En la que nos incumbe, esa necesidad de parar que tuvo Lynch para dejar de deslumbrar con su originalidad, decidió tomar la anécdota real de un hombre que, tras diez años sin hablar con su hermano, recibe la noticia de que ha sufrido un ataque y llevarla a la gran pantalla, trayendo una historia sencilla, intimista, con la única ambición de crear una película de calidad.

This country

El formato de falso documental que nos ofrece la BBC en "This country" es un arma de doble filo, ya que a pesar de ser original puede llegar a parecer un tanto artificial. Sin embargo, la idea de añadir humor es siempre bienvenida, ya que compensa esa falta de rigor para ofrecernos un plano diferente en el que tan solo esperamos disfrutar. 

En la serie que traemos hoy, "This country", esa fórmula es empleada con todos sus ingredientes y nos presentan el seguimiento que se hace a dos jóvenes,  primos para ser más exactos, sin oficio ni beneficio, pero con muchas ganas de compartir, en un pueblo perdido de Gran Bretaña.

Nadie sabe

Del mismo modo en que es difícil explicar por qué te gusta un sabor o un olor, no resulta sencillo aportar razones objetivas para afirmar por qué me gusta el cine o la literatura nipona (parte de ellos, evidentemente).


Esos personajes tan contenidos y comedidos pero que, de forma paradójica, expresan tanto y tan bien los sentimientos humanos, me parece que son una forma muy poética de expresarse.

Además, esa forma cuidada y exquisita de mostrar el entorno de esos personajes, ya sea el humano, el urbano o natural, aporta más ingredientes a esa receta que tan bien funciona conmigo.

Estas palabras podrían servir para introducir muchas películas o muchos libros, pero salen en el momento en el que termino "Nadie sabe" una película que para mí roza el sobresaliente, pero no un sobresaliente de millones de espectadores encantados, sino de un puñado de espectadores que se sientan identificados con lo que estoy expresando.

Tres colores

 

Krysztof Kieslowski fue un director y guionista polaco que falleció hace más de veinte años. Su visión del mundo quedó plasmada en una serie de obras en las que imprimió una visión muy personal. El reconocimiento internacional le llegó con “El decálogo”, una serie de diez capítulos basados cada uno de ellos en un dilema moral que se suelen relacionar con los Diez Mandamientos de la Religión Católica, aunque el propio autor quiso desligarla de esa etiqueta.


“El decálogo” es la primera obra que vi de este autor, y he de decir que quedé maravillado con la exposición de esa visión tan acertada de cada dilema que han de afrontar los protagonistas: a pesar de que cada capítulo carece de más título que el numeral, se suele asociar cada uno a lo que trata el mismo. Por poner un ejemplo, “No matarás”. Además el lento ritmo, que invita a reflexionar y profundizar en el mensaje que nos envía es acompañado de una música difícil de igualar. Todo ello con mucho oficio, mucho talento y un presupuesto que, aparentemente, lo gastamos cada uno de nosotros en la compra semanal…

Seinfeld

 

Hay películas y series que resultan inolvidables para nosotros, y que se sienten como parte de nuestro crecimiento, de nuestra juventud. En mi menoria, si echo la vista atrás, miro esa parcela y me acuerdo del maravilloso pueblo de Cicely, donde asistimos a las peculiares lecciones de vida que nos traía el Doctor Fleischmann (escribo de oído y no pienso buscar en Google la forma correcta) y sus nuevos vecinos de «Doctor en Alaska». 

También puedo pasear en los recuerdos de las lecciones de (magínifico) humor psiquiátrico que nos daba el inquieto doctor Frasier Crane. Como no todos van a ser médicos, en esa parte de mi memoria también permanecía y recordaba con cariño al humorista de club nocturno Jerry Seinfeld, que estaba rodeado de personajes inolvidables y se servía de los guiones del genial Larry David.