domingo, 26 de septiembre de 2021

Nadie sabe

Del mismo modo en que es difícil explicar por qué te gusta un sabor o un olor, no resulta sencillo aportar razones objetivas para afirmar por qué me gusta el cine o la literatura nipona (parte de ellos, evidentemente).


Esos personajes tan contenidos y comedidos pero que, de forma paradójica, expresan tanto y tan bien los sentimientos humanos, me parece que son una forma muy poética de expresarse.

Además, esa forma cuidada y exquisita de mostrar el entorno de esos personajes, ya sea el humano, el urbano o natural, aporta más ingredientes a esa receta que tan bien funciona conmigo.

Estas palabras podrían servir para introducir muchas películas o muchos libros, pero salen en el momento en el que termino "Nadie sabe" una película que para mí roza el sobresaliente, pero no un sobresaliente de millones de espectadores encantados, sino de un puñado de espectadores que se sientan identificados con lo que estoy expresando.

Una historia sencilla, dura pero que no se regocija en el dolor ni el drama, echando mano de una sutilidad que nos ayuda a admirar lo que nos quieren contar (y al personaje principal, que es Akira Fukushima).

Yo tuve la suerte de empezar la película sin conocer un detalle de la misma. Y creo que es mejor. El argumento es sencillo, y puede resumirse en una frase (una frase que por cierto he visto al buscar la imagen de la portada en el póster español, lo que me parece una idea horrorosa) y te sugiero que, si te animas a verla, lo hagas también a ciegas. Yo por si acaso aporto el póster en japonés y, si aún así lo entiendes, suerte para ti.

Creo que si compartes ese gusto por esa cultura que yo identifico con un iceberg (el personaje solo quiere mostrar lo mínimo pero nosotros accedemos al conjunto) disfrutarás de un par de horas deliciosas. 

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