domingo, 26 de septiembre de 2021

The office

 Ricky Gervais y Stephen Merchant decidieron unir sus mentes allá por el año 2001 e idear un falso documental producido por la BBC2 y emitido en la misma en el que se presentaba la vida de una oficina de una empresa por supuesto ficticia (Wernham Hogg Paper Company) dedicada a la venta de papel a diferentes empresas. Los personajes son conscientes de la presencia de las cámaras y a menudo interactúan con ellas. A menudo no, sería mejor decir constantemente.


Ideada en temporadas de seis capítulos de 30 minutos cada uno, los bajos niveles de audiencia la condenaron a ser eliminada de la parrilla tras tan solo 2 temporadas. Posteriormente se recuperó la idea y a los personajes para emitir dos episodios de Navidad, con la que se dio por finiquitada la trama. En total tan solo 14 capítulos.

Sin embargo, la idea fue tomada por numerosos canales de televisión de otros países, que hicieron su propia adaptación. La más famosa y reconocida, y la que obtuvo un mayor éxito, fue la versión estadounidense (era lo más probable, por cómo saben vender su producto y la facilidad con la que recibimos esos productos en países como el nuestro) con Steve Carell como protagonista prácticamente absoluto (abandonó la serie antes de que finalizase) y dejándonos una serie de personajes y una serie de situaciones muy reconocibles y acertados.

De la que hoy nos vamos a ocupar y por ello estamos echando un vistazo es de la visión y versión original: aquélla en la que el jefe de la empresa es David Brent (interpretado por Ricky Gervais), dejando un personaje inolvidablemente odioso, curioso, ridículo, grotesco y que a nadie deja indiferente. He de decir que entiendo que el humor que inunda “The Office” es un humor incómodo y no a todo el mundo llega. A mí sí, y es en ese sentido de lo mejor que he visto.

El jefe y sus sufridos empleados, que tienen que tolerar sus locuras y asistir a su incapacidad con una envidiable pero no envidiada resistencia ante la absurda y a veces asfixiante actitud de su superior, nos regalan situaciones llenas de un humor irreverente, gamberro, y muy pero que muy políticamente incorrecto (el humor de Gervais lo es, y aprovecho para recomendar su última y vigente serie “After life”). En una sociedad como la actual, en la que la tiranía de la corrección política es asfixiante gracias a la moderna quema de brujas que es la red (no todo iba a ser bueno) no está de más disfrutar de un humor en el que cientos de colectivos (incluidos los propios, en los que cada uno podamos estar) se puedan sentir ofendidos.

Es evidente que una serie así no podría ser emitida hoy, ya que habría protestas por doquier, acusándola de miles de cosas. Sin embargo es humor, y creo que humor del bueno, del que te hace pensar y adoptar una visión caricaturesca de las situaciones. Como decía al principio, su baja audiencia hizo que durase tan solo un par de temporadas, pero el tiempo la fue poniendo poco a poco en su lugar y hoy día es una serie de culto para los que estamos dispuestos a dejarnos enredar por David Brent, un antihéroe ridículo e incómodo del que será difícil olvidarse. Eso sí, si decides acercarte a esta serie, creo que si optas por la versión doblada perderás al menos la mitad de la gracia. El doblaje, creo, ha espantado desde entonces a muchos espectadores que podrían haberla disfrutado. Genial. 

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