Asistimos al día a día de Zion, que también ayuda a su madre a conseguir algún dinero intentando que en las farmacias les den algún medicamento concreto para que su madre lo venda de una forma un tanto surrealista. Habitualmente realiza sus tareas con su hermana (un año menor) Sahar. Zion sabe, por propia experiencia, que muchos de los adultos con los que se encuentra intentan aprovecharse de niños como él de una u otra manera, y siempre está alerta. Sin embargo, también es consciente de que su hermana pronto será un imán para esos adultos sin escrúpulos ni humanidad, por lo que la intenta proteger lo mejor que puede. Sobre todo, de Assar, su casero y al que ha de ayudar en la tienda.
Como curiosidad, estoy
casi seguro de que la actriz/directora/guionista aparece en un pequeño y breve
pero importante papel, como abogada de nuestro protagonista. (¿Qué quieres que
te diga? Solo soy un aficionado al cine escribiendo unas líneas sobre una
película, así que no puedo asegurar que este dato sea absolutamente cierto. Si
fuese profesional, solo pondría datos contrastados, pero no lo soy, así que
tómatelo con humor y confía en que sean ciertos).
Esta película
compitió por grandes galardones en el año de su estreno, y creo que con
merecimiento. Pujó con “Roma” al Oscar a la mejor película de habla no inglesa,
y no logró batirla, aunque calidad para ello no le falta. Además, obtuvo en el
(creo que más) prestigioso Festival de Cine de Cannes el premio del Jurado,
junto con la nominación a la Palma de Oro. Como premio sin galardón aunque nos
puede dar una perspectiva de la calidad, al finalizar la proyección de esta
película recibió un aplauso de quince minutos, aplauso al que me hubiese sumado
de estar en esa sala.
Pero,
afortunadamente, me decidí a darle una oportunidad, y me encontré con una grata
sorpresa y con una madeja de pensamientos que me deja, entre ellos el variable valor
de la vida humana dependiendo del lugar de nacimiento, el internacional impulso
del ser humano de aprovecharse de las personas que tienen menos suerte que
nosotros, y lo injusto que es el nacer en el hemisferio terrestre equivocado.
Creo que la reflexión de Zion (que salió de la mente de Nadine Labaki) me
acompañará mucho tiempo: expresa algo así como (te recuerdo que no soy
profesional, o pondría las palabras exactas y no la sensación que me dejan) que
él esperaba ser un hombre respetable y justo, pero que en esas condiciones no
puede serlo. Y tiene razón.
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