viernes, 7 de enero de 2022

Cafarnaúm

 Zion es un niño de aspecto frágil que vive en un barrio pobre de la ciudad de Beirut. A pesar de no haber asistido a la escuela, pronto nos damos cuenta de que Zion tiene una inteligencia destacable, y un sentido común muy por encima de la media; desde luego, mucho más que los adultos con los que tiene que convivir. 

No sabe su fecha de nacimiento, porque nadie lo inscribió en el registro, pero calcula que tiene doce años. Vive con sus padres y sus muchos hermanos en una vivienda que ha de definirse como cercana a la miseria y como parte del pago del alquiler Zion trabaja para Assad, su casero, que tiene una pequeña tienda. Ahí realiza las labores que le encarga el tendero, además de los repartos a domicilio.

 

Asistimos al día a día de Zion, que también ayuda a su madre a conseguir algún dinero intentando que en las farmacias les den algún medicamento concreto para que su madre lo venda de una forma un tanto surrealista. Habitualmente realiza sus tareas con su hermana (un año menor) Sahar. Zion sabe, por propia experiencia, que muchos de los adultos con los que se encuentra intentan aprovecharse de niños como él de una u otra manera, y siempre está alerta. Sin embargo, también es consciente de que su hermana pronto será un imán para esos adultos sin escrúpulos ni humanidad, por lo que la intenta proteger lo mejor que puede. Sobre todo, de Assar, su casero y al que ha de ayudar en la tienda.

 

Tal vez parezca que doy demasiados datos o que son concretos en demasía, pero tan solo en unos minutos estarás en ese barrio, en medio de esa miseria, y estarás deseando que Zion consiga sobrevivir de la manera menos perjudicial posible. Creo que ya eres consciente de que “Cafarnaúm” es una película dura. Durísima. Y excelente. La actriz libanesa Nadine Labaki afortunadamente decidió dirigir algunas películas, y en este caso también realizó el guion. Así que de su mente salieron todos los personajes y la trama, y se encargó de filmar una historia que se hará sitio en tu corazón, aunque deje alguna cicatriz en el camino.

 

Como curiosidad, estoy casi seguro de que la actriz/directora/guionista aparece en un pequeño y breve pero importante papel, como abogada de nuestro protagonista. (¿Qué quieres que te diga? Solo soy un aficionado al cine escribiendo unas líneas sobre una película, así que no puedo asegurar que este dato sea absolutamente cierto. Si fuese profesional, solo pondría datos contrastados, pero no lo soy, así que tómatelo con humor y confía en que sean ciertos).

 

Esta película compitió por grandes galardones en el año de su estreno, y creo que con merecimiento. Pujó con “Roma” al Oscar a la mejor película de habla no inglesa, y no logró batirla, aunque calidad para ello no le falta. Además, obtuvo en el (creo que más) prestigioso Festival de Cine de Cannes el premio del Jurado, junto con la nominación a la Palma de Oro. Como premio sin galardón aunque nos puede dar una perspectiva de la calidad, al finalizar la proyección de esta película recibió un aplauso de quince minutos, aplauso al que me hubiese sumado de estar en esa sala.

 

Creo que, con los aproximadamente tres millones de euros que se invirtieron en la producción de esta película, es difícil obtener un resultado tan brillante. Hay momentos en los que dudé de estar viendo una película y me daba la impresión de estar viendo una cámara oculta en la vida de los personajes (que en mi mente no eran personajes sino personas). El trabajo de los actores es descomunal, y especialmente el niño que interpreta a Zion, un personaje que se quedará grabado en mí. Nadine Labaki era una desconocida para mí hasta hace unas horas, y la película “Cafarnaúm” me sonaba “de lejos”, de ser una de esas películas que reciben galardones y que probablemente fuese aburrida hasta la extenuación.

 

Pero, afortunadamente, me decidí a darle una oportunidad, y me encontré con una grata sorpresa y con una madeja de pensamientos que me deja, entre ellos el variable valor de la vida humana dependiendo del lugar de nacimiento, el internacional impulso del ser humano de aprovecharse de las personas que tienen menos suerte que nosotros, y lo injusto que es el nacer en el hemisferio terrestre equivocado. Creo que la reflexión de Zion (que salió de la mente de Nadine Labaki) me acompañará mucho tiempo: expresa algo así como (te recuerdo que no soy profesional, o pondría las palabras exactas y no la sensación que me dejan) que él esperaba ser un hombre respetable y justo, pero que en esas condiciones no puede serlo. Y tiene razón.

 

 

 


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