lunes, 13 de febrero de 2023

Doctor en Alaska

 

Cuando hablamos de cine o series de culto hablamos de un producto con un estilo peculiar, particular, alejado de lo estándar. Es un hecho que con ese estilo se gana un nicho de público que, aunque muy alejado de formar una mayoría (las películas y series de culto suelen estar lejos de las más vistas aunque tampoco es una exigencia), sí es un público fiel capaz de sentir los guiones y los personajes presentados como cercanos, casi como si formasen parte de su familia.

 

Dentro de la categoría de serie de culto siempre, siempre, en cada listado que se haga, ha de aparecer “Doctor en Alaska”. A pesar de ser una serie cuya producción se remonta a hace treinta años y a pesar de su falta de reposiciones en todo este tiempo (hoy mismo leí un artículo en el que señalaban que la causa principal de eso es la excelente pero costosa en derechos de autor banda sonora, que funciona como un lastre difícil de mantener) es capaz de colarse entre las preferencias de espectadores que la mantienen entre series mucho más recientes y que nacieron ya con el apoyo de las redes sociales (algo que no tuvo Doctor en Alaska).