Cuando hablamos de cine o series
de culto hablamos de un producto con un estilo peculiar, particular, alejado de
lo estándar. Es un hecho que con ese estilo se gana un nicho de público que,
aunque muy alejado de formar una mayoría (las películas y series de culto
suelen estar lejos de las más vistas aunque tampoco es una exigencia), sí es un
público fiel capaz de sentir los guiones y los personajes presentados como
cercanos, casi como si formasen parte de su familia.
Dentro de la categoría de serie
de culto siempre, siempre, en cada listado que se haga, ha de aparecer “Doctor
en Alaska”. A pesar de ser una serie cuya producción se remonta a hace treinta
años y a pesar de su falta de reposiciones en todo este tiempo (hoy mismo leí
un artículo en el que señalaban que la causa principal de eso es la excelente
pero costosa en derechos de autor banda sonora, que funciona como un lastre
difícil de mantener) es capaz de colarse entre las preferencias de espectadores
que la mantienen entre series mucho más recientes y que nacieron ya con el
apoyo de las redes sociales (algo que no tuvo Doctor en Alaska).
En 1990 se emitió el primer
capítulo, en el que Joel Fleischman, un doctor que acaba de recibir su titulación,
viaja hacia Alaska. El motivo es que para acudir a la prestigiosa y cara universidad
en la que cursó sus estudios se valió de una beca privada (si no me equivoco el
único sí vino con la número 76 tras 75 noes) que le costeó cada centavo (125000
dólares de entonces, que puede que sean la tercera parte de hoy día) con una
condición: la obligatoriedad de ejercer su profesión en el estado de Alaska
durante cuatro años desde el momento de su graduación.
El neoyorquino doctor no está muy ilusionado
con la aventura, que le obliga a estar separado de su pareja de toda la vida,
Elaine, pero ha de cumplir con su contrato le pese o no. Pronto se dará cuenta
de que será una situación un poco más difícil de asumir ya que, aunque en
principio pensaba que ejercería en un hospital, la realidad lo lleva a la
(ficticia) localidad de Cicely, de unos 800 habitantes, en una desvencijada
oficina como consulta. Cicely fue fundada por la pareja formada por Roslyn y Cicely, quedando como nombre la segunda y apareciendo el nombre de la primera en un enorme, recurrente e inolvidable cartel en la serie. Como curiosidad hay que decir que la serie no se rodó en Alaska, sino en el pueblo de Roslyn, en Washington. Evidente el guiño de los productores. No es común en una serie, pero Joel resulta un tipo antipático, gruñón y neurótico (raro para un protagonista) al que paradójicamente cogemos cariño casi inmediatamente.
En Cicely nos encontramos con una
serie de personajes que a mí me resultan inolvidables, entrañables, peculiares
siempre. Las tramas suelen ser surrealistas, inteligentes, rodeadas de guiños
filosóficos, literarios y cinematográficos, y aderezadas con un humor
inquebrantable. El resultado final es una serie que treinta años después sigo
mencionando como una de mis preferidas, independientemente de que la lista
crezca a medida que veo más. Siempre habrá un hueco para Joel y Maggie, para
Chris y Marilyn, para Ed y Holling. Y eso es lo que permanecía en mi memoria.
Porque, por fin, y tras muchos
años deseándolo, “Doctor en Alaska” (Northern exposure es su título original)
ha llegado a las plataformas digitales. Filmin (millones de gracias) nos la
recupera y nos da la oportunidad de revivir a unos y descubrir a otros a esos
personajes, esos guiones, ese humor tan particular que puede hacerse un hueco
en nuestros corazones sin mucho esfuerzo.
Para que te hagas una idea de lo que
es una serie de culto, tras treinta años y en un estreno reciente en una
plataforma que se caracteriza por acompañar sus títulos con la nota media que
otorgamos los espectadores, es la primera vez que veo que la nota es un 10.
Ganas teníamos los seguidores de recuperarla.
Si la has visto, seguramente
tengas ganas de volver a verla (y, por primera vez, tienes la ocasión de
hacerlo con las voces originales). Si no la has visto, date una vuelta por
Cicely , dale un par de capítulos de cortesía y luego nos cuentas. Gracias de
nuevo a Filmin por este regalo, regalazo de hecho. Tan solo una última
sugerencia, y es que hay otra serie de culto pendiente de ser rescatada:
Frasier. Por decirlo que no quede. Bueno, voy terminando que en Cicely están
las cosas interesantes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario