domingo, 5 de mayo de 2024

La memoria infinita

Augusto Góngora es (fue) un conocido periodista cultural en Chile. En la época de la dictadura de Pinochet se decantó por narrar la parte dura de la disidencia y, con la llegada de la democracia, ocupó un importante puesto en la parcela cultural de la televisión chilena. Cuando cumplió 62 años, Augusto fue diagnosticado con la enfermedad de Alzheimer. Como de momento no hay cura para ese terrible mal, y dado que falleció nueve años después, esos nueve años desde el diagnóstico hasta su muerte fueron de un paulatino deterioro cognitivo. 


A su lado, su pareja durante sus últimos 25 años de vida, la actriz y ex ministra de cultura Paulina Urrutia, que para él (y creo que para nosotros también lo será, para siempre) "La Pauli". Pauli, negándose a deshacerse del amor de su vida por mucho que su cerebro se empeñase en ir apagando zonas cada vez más amplias del mismo, lo integraba en su vida diaria. A una de las actividades que realizaba (enseñanza) acudió la documentalista Maite Alberdi (directora del imprescindible documental "El agente topo", y voy a recalcarlo de nuevo: IMPRESCINDIBLE DOCUMENTAL "EL AGENTE TOPO") quien, conmovida por lo que veía, quiso proponer a Augusto y a Pauli un trato: documentar la vida diaria de ambos.


Augusto accedió a ello para mostrar el avance de la enfermedad y la directora, con un gusto y un tacto infinitos, decidió poner el foco en lo que más le llamaba la atención: la maravillosa historia de amor que se resistía a abandonar un cerebro enfermo y el infinito amor de su pareja que, impotente, tan solo puede ofrecer dedicación diaria y el regalo de revivir una y otra vez esos recuerdos que los hicieron felices. El resultado es conmovedor y durísimo al mismo tiempo, ya que se pone más énfasis en la parte amable y dulce de la vida diaria (los recuerdos, el cariño que sobrevive...) pero también hay sitio para la parte más oscura y abundante de la maldita enfermedad.


Supongo que la mayoría de nosotros nos hemos tenido que poner cara a cara con ese mal y es demoledor ver cómo la persona olvida lo que fue y lo que dejó de ser. Sin embargo merecen la pena esos momentos aislados que recuerdan la persona que quedó en la memoria, una memoria que contradice al título de la cinta. Es un documental duro de ver, pero Augusto y Pauli se ganan un sitio en nuestro corazón.

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