sábado, 25 de mayo de 2024

La zona de interés

En dos líneas vamos a quitarnos el engorro del argumento de "La zona de interés": sigue la vida diaria de Rudolf Höss (que no Hess) como Comandante de Auschwitz. Su casa es la antigua morada del comandante polaco del cuartel sobre el que se construyeron semejantes instalaciones. Tan solo los separa (a la vivienda y el campo de exterminio) un muro no lo suficientemente alto como para evitar la vista desde la primera planta. 


A partir de ahí, señalar que "La zona de interés" muestra más escondiendo que enseñando. Con esto quiero decir que no se ve nada de lo que pasa al otro lado del muro (como si fuese el vacío, el negro absoluto), sino la vida cotidiana de una familia cuya vida está cerca de ser ideal: un jardín maravilloso, con incluso una piscina de la que puede disfrutar toda la familia, y un huerto con multitud de alimentos para llevar una vida sana y una alimentación orgánica. Una casa reconstruida con minuciosidad que fue el lugar ideal para criar sus hijos para Rudolph y Hedwig, su contenida (a veces), agradable y amable (a veces) esposa. 

La intención del director, supongo, era precisamente esconder y mostrar al mismo tiempo usando la sutilidad: el humo que asoma sobre el muro de lo que sin duda es la llegada de un tren lleno de miles de personas cuyo final ya sabemos, el propio humo de las chimeneas de los hornos crematorios, o las cenizas que expulsan esas mismas chimeneas que por un lado obligan a lavar las caras de los niños y la fruta que ingieren y, por otro, sirven de abono para su huerto. O el terror latente en las sirvientas (polacas, que no judías, lo que es motivo de orgullo). O un puñado de manzanas dejadas en el campo. Y el sonido. El sonido es un personaje en sí, una segunda película tras lo que se muestra en pantalla. 


Tengo que destacar también la perfección de los planos elegidos, siguiendo una geometría que llamaría la atención de Stanley Kubrick. El ritmo es lento, y la trama casi de documental, que nos pone como testigos de esa vida cotidiana. Por lo tanto, no es una película que todo el mundo vaya a disfrutar, es evidente. Pero en mi opinión es una película grande y que permanecerá. También muestra, creo, una reflexión aparte de la evidente (la hipocresía de disfrutar de la vida obviando lo que pasa al otro lado del muro) muy actual: ¿no podemos trasladar esa hipocresía a lo que hacemos a diario nosotros? 


Pongo un ejemplo: colgamos fotos con un teléfono en el que se ve una manzana en las redes sociales sumando un supuesto prestigio con ese acto y obviamos quién y en qué condiciones lo construyó. Eso lo dejamos al otro lado del muro. Digo un teléfono o una prenda de ropa, o un coche o unas vacaciones, o cualquier ejemplo que se te ocurra. ¿No es equiparable? Pues eso, que es una película lenta y en la que no pasa nada y que da para reflexionar. Para mí, notable alto.

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