viernes, 7 de noviembre de 2025

La última noche de Boris Grushenko

 

Hace unas semanas conocimos la muerte de la gran Diane Keaton, y si bien es cierto que la primera imagen que vino a mi mente fue su inolvidable personaje de "Annie Hall", la mayor parte de los pensamientos que reflotaron tenían como co-protagonista a Woody Allen. Y la plataforma Filmin, siempre ágil en cuanto a la actualidad, nos dejó en bandeja un ciclo de películas dedicadas a Diane.


Me decidí por volver a ver (desde mi infancia, hace demasiado, no la veía) una película que dejó una sensación de disparatada y desternillante. Y así es. Ahora, más de cuarenta años después, viendo la (voy a calificarla como genial) incursión de Allen en los tópicos de la literatura rusa del Siglo XIX (iba a poner siglo pasado pero me di cuenta a tiempo) a modo de parodia no puedo estar más satisfecho.


La trama nos trae al pacifista Boris, y si te digo que lo interpreta Allen ya te imaginas qué torpe, neurótico y poco virtuoso personaje es, que es enviado a luchar contra el invasor francés, muy a su pesar. También hay un momento para que se convierta en un inesperado héroe de guerra. Bueno, y con tan solo leer el título español (no entiendo cómo teniendo un título perfecto en inglés, "Love and death", y que tanto casaba con la literatura rusa, se tradujo de esa manera) te puedes imaginar el resto de la película. 


Pero has de saber que mezclar la genialidad de una literatura que será eterna con el irreverente y desatado Allen de sus primeros pasos, allá por los setenta, nos da un resultado original, repleto de gags (algunos más acertados que otros, es evidente) y de sarcasmo, que nunca está de más. Además, para mí fue una bonita forma de homenajear a Annie Hall, a Diane Keaton, a la Sonia que no corresponde al amor que siente por ella su primo Boris...

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