Si hubiese que describir su
actitud sería la de un empecinado e inmóvil funcionario, incapaz de transgredir
las normas ya sean escritas o no de comportamiento dentro del ayuntamiento.
Aparte de eso, es una persona seca y cuya vida se limita a ir de su casa (donde
vive con su hijo y su nuera) al trabajo, y viceversa. La relación con sus
compañeros de trabajo, en su caso subordinados, es distante y prácticamente
inexistente. La mejor definición de su vida la proporciona una joven y
divertida empleada: lo conoce como el Sr. Zombi.
Una visita al médico tras unas
molestias lo cambia todo: la terrible enfermedad que le diagnostican comprime
su futuro a tan solo unos meses de vida. ¿Cómo consumir el tiempo que le queda
en este planeta de la misma manera? Williams se da cuenta de que ha
desperdiciado años, décadas, de una vida para la que no hay marcha atrás. Así
que decide pasar sus últimos días, semanas o meses buscando lo que no ha
obtenido en su existencia: el mayor número de instantes de felicidad. Pero... ¿Cómo la puede lograr alguien
que ha tenido la felicidad como una mera cautiva toda su vida?
Por otro lado, el guion es
también de calidad, como lo eran en la época en la que está ambientada la
película, en la que incluso se contrataba a premios Nobel de Literatura para la
confección de los mismos. Y en “Living” decidieron hacer eso mismo: contrataron
al premio Nobel Kazuo Ishiguro para escribirlo, o reescribirlo. Esto último
necesita una explicación. Hay que remontarse a dos genios para ello.
Tolstoi escribió la novela corta “La
muerte de Iván Ilich” en 1886, y se convirtió en una joya. Se basa en el
diagnóstico terminal de Ilich, un alto funcionario, y principalmente sus
pensamientos durante el periodo de convalecencia. Unas décadas después otro
genio, Akira Kurosawa, que sentía adoración por el escritor, decidió tomar esa
obra y adaptarla al Japón de la posguerra, y se tomó la libertad de cambiar el
argumento (era poco cinematográfico el sufrimiento postrado del protagonista) y
creó una historia que puede considerarse una de sus numerosas obras maestras.
El título en España fue “Vivir”.
Las tres son para disfrutar, cada una en su medida. La interpretación del protagonista Bill Nighy me parece brillante, y está muy inspirada (incluso la voz) en el protagonista de la versión de Kurosawa (Takashi Shimura su nombre y el de la película en su idioma "Ikiru").
“Living”, excelente.
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