Una mañana, antes de que la familia se ponga en marcha, la policía irrumpe en la casa del fontanero del barrio. A pesar de que todos creen que es un error, el objetivo de esa operación se encuentra en la primera planta: se trata de Jamie, un adolescente de tan solo 13 años, al que pronto identifican como sospechoso de un asesinato cometido la noche anterior.
La víctima se trata de una compañera de instituto, Katie, con la que apenas tenía relación.