Lars Von Trier es un director de
cine y guionista con una carrera bastante amplia. A lo largo de sus más de
sesenta años de vida nos ha presentado decenas de películas, siendo una
constante el no dejar a nadie indiferente. Además, la polémica es uno de los
ingredientes en sus ruedas de prensa desde hace bastantes años, ya que suele
hacer declaraciones poco diplomáticas y muy controvertidas, como también lo son
sus películas. Aparte de eso, Lars Von Trier será recordado, creo yo, por ser
uno de los dos fundadores del movimiento Dogma (95) junto a su compatriota
Thomas Vinterberg.
Dicho movimiento abogaba por
presentar películas ceñidas a una serie de normas (Manifiesto Dogma) que daban
derecho a un sello de autenticidad, de cumplir con el llamado “Voto de castidad”
durante el proceso de rodaje y producción. Para resumir los procesos
imprescindibles podemos nombrar algunos como el hecho de tener que ser rodadas
en escenarios naturales y no en estudios, el deber tener sonido e iluminación originales
y no artificiales, prescindir de efectos especiales e incluso de trípodes para
las cámaras o la prohibición de pertenecer a algún llamado género
cinematográfico. Con algunos altibajos y algunas modificaciones, el movimiento
Dogma duró unos diez años, aunque el efecto que tuvo en el cine todavía
perdura.