Carlos es argentino, y lleva
viviendo en Madrid más de tres décadas, donde se ha hecho un hueco
interpretando algún que otro papel. Se encuentra ya en una edad en la que hay
más pasado que futuro, y empieza a olvidar recuerdos de su vida en Argentina.
Sin embargo, una llamada telefónica lo lleva de vuelta a su país: Pichuquito,
amigo de toda la vida, le da una terrible noticia.
Se trata de la muerte (por
suicidio) de Margarita, probablemente una de las personas más importantes de su
vida, con la que compartieron (ambos, Carlos y Pichuquito) miles de kilómetros
de carreteras y miles de vivencias en una época en la que Carlos y Margarita
formaban la más célebre pareja de baile (de tangos, por supuesto) de Argentina.
Carlos no tiene más remedio que
volver a su tierra, para darle un amargo último adiós a la que fue su compañera
de baile y, también, su más importante relación sentimental. Allí ha de empezar
un viaje (literalmente, ya que “Empieza el baile” es una película de carretera)
que le traerá antiguos sabores y grandes recuerdos.
Hay algunas películas argentinas
que es imposible verlas sin una sonrisa en la boca, y “Empieza el baile” es una
de ellas. La nostalgia que trae con ella, acompañada de un humor negro muy de
agradecer, hacen que sea una película confortable, en la que quieres estar. A medida que nos sentimos más cómodos en la película también Carlos poco a poco se siente de nuevo en su lugar, un lugar casi olvidado ya que en Madrid lo
consideran “un sudaca” y en Buenos Aires “un gallego”.
En ese viaje, en una destartalada
furgoneta con la que recorrían hace décadas las carreteras los “magos del 2X4”
y que a duras penas se aferra al funcionamiento, acompañaremos a unas viejas
glorias, que esconden como pueden sus canas y las marcas de la edad que los acosan,
y recorreremos doce mil kilómetros en paisajes pintorescos y panoramas
exuberantes camino de Mendoza. Alguna que otra sorpresa escondida en un
argumento convencional aderezado con unas excelentes interpretaciones puede que
no conviertan a “Empieza el baile” en una película perfecta, pero sin duda es
perfectamente disfrutable. Con una sonrisa.
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