sábado, 4 de noviembre de 2023

An elephant sitting still

 

"An elephant sitting still" es una película de cuatro horas de duración. Los minutos en los que hay una mínima acción son un porcentaje ínfimo. Los actores, desconocidos. El entorno, una ciudad desconocida china, en uno de sus barrios obreros. Tiene un ritmo lento, con planos en ocasiones repetitivos y una mayor parte de la película carece de diálogo. Además, los diálogos suelen mostrarse "fuera de plano" (desde la espalda, en la oscuridad, o similares). 

El director, un joven y desconocido autor chino que también publicó un par de novelas. Es al mismo tiempo su ópera prima y su última película. Si, tras haber leído las frases anteriores, todavía queda un mínimo de interés en ti por ver la película, es posible que la llegues a disfrutar.


¿Por qué? Porque además de los ingredientes enumerados, la película "An elephant sitting still" me parece una obra de arte brutal. La desesperanza más absoluta mostrada en los cuatro personajes principales (relacionados entre sí de uno u otro modo) quedará en mi recuerdo por mucho tiempo. El tono borroso, grisáceo y sucio empleado en la mayor parte de la película casa con la terrible historia que nos cuenta, y los planos elegidos para enmarcar el interminable metraje (he de confesar que me parecía a priori difícil de acabar pero al final hubiese querido que fuese incluso más larga) logran un efecto "poético" con puntitos de una belleza extrema entre lo decadente y deprimente que se nos cuenta.


Y la música... los momentos elegidos para decorarlos con una banda sonora impresionante son perfectos. Simplemente perfectos. Repito que el conjunto es desesperanzador, con personas que se niegan a aceptar el mundo tal y como es, personas que se niegan a aceptar la vida tal y como es y que, tal vez, tampoco son aceptadas por el mundo ni por la vida tal y como son esas personas. No se sale indemne de verla. Acabas roto. Y, al mismo tiempo, huérfano de esos personajes (con los que el autor abarca varias etapas de la vida) que están escritos, es evidente, por un alma desesperada. 

Y ahí llega el nombre del director: Hu Bo. También escribió el guion, basado en un relato corto incluido en uno de sus dos libros publicados. Que Hu Bo era una persona atormentada  salta a la vista durante la película. Una persona en la que no queda un milímetro para la esperanza. Hu Bo se suicidó en cuanto terminó la película.


Tras de sí nos deja una obra de arte que parece una bellísima y triste carta de suicidio. Y, aunque parezca una paradoja, a pesar de dejarnos vacíos y exprimidos, con su legado también nos deja la sensación de que incluso en el mayor de los desasosiegos hay espacio para la belleza, y una grietecita por la que se cuela la esperanza. La escena final es indescriptible. No lo voy a hacer. No la describo. Solo constato que no la olvidaré. Y que la vida merece ser vivida, aunque sea a trancas y barrancas, con la vaga e improbable esperanza de ver a un elefante sentado y quieto.


P.D: Como todo en esta vida, hay gente que ama esta película (me incluyo en ese grupo) y gente que la desprecia. Yo creo que hay que tener una sensibilidad (que no sensiblería) compatible con disfrutar de obras así. O se tiene o no se tiene; no es que el tenerla haga a nadie ni mejor ni peor. Es como ser zurdo o diestro. No tiene botón de ON/OFF. Viene de serie. Así que si durante los primeros diez minutos no te dice nada la película, ve a por otra. 

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