viernes, 1 de octubre de 2021

El crepúsculo de los dioses

 

El protagonista de esta historia es Joe Gillis, un hombre que dejó su puesto en un pequeño periódico en su pueblo natal en el estado de Ohio para ir a probar fortuna como guionista en la época dorada de Hollywood. Al igual que le pasó a muchas personas, esa moneda al aire que echó Joe con las mejores expectativas salió cruz, y tras unos años sin ningún éxito y con la inspiración en franca decadencia está arruinado y agobiado por las deudas.

 

Tanto es así que ni tan siquiera puede pagar el alquiler del pequeño apartamento en el que malvive y en el que trabaja intentando sacar un guion vendible que lo saque de los apuros en los que está hundido. Mientras tanto, debe varias mensualidades de su coche, lo que le obliga a aparcar lejos de su casa para que no se lo embarguen.

 

A pesar de todos sus esfuerzos y de quemar todos sus cartuchos, Joe no vende esa historia que le dé un respiro. Y, mientras planea vender lo poco que le queda para irse a su localidad de nacimiento, acaba aparcando (escondiendo) su coche en lo que parece una mansión abandonada de Sunset Boulevard. La enorme propiedad dispone de varios garajes y se encuentra en un estado lamentable, con maleza por todas partes. Sin embargo, a pesar de lo que Joe imagina, no está deshabitada.

 

En esa casa vive Norma Desmond, una mujer de mediana edad, con la única compañía de su fiel mayordomo Max. Pronto sabremos, junto con Joe, que Norma fue una de las primeras y más brillantes estrellas del cine. Al ser de las primeras, es evidente, se trataba de una estrella del cine mudo, y el paso al cine sonoro le costó esa celebridad. Ahora, varias épocas después, Norma sigue manteniendo la ilusión por aparecer en la gran pantalla, para lo que querrá contratar los servicios de Joe. Esa mansión y esa mujer parecen ser la solución de todos los males de nuestro guionista.

 

“El crepúsculo de los dioses” es una película escrita y dirigida por Billy Wilder. Seguramente no haya mucho más que decir para darse cuenta de que es una obra maestra. Además, una narración un tanto inquietante que viene acompañada de un ácido humor negro nos presenta un Hollywood un tanto cruel y poco humano (tal vez una visión cercana a la realidad) en el que el personaje de Norma Desmond (un nombre ficticio pero con guiños a dos estrellas del cine mudo como fueron Mabel Normand y William Desmond Taylor).

 

El papel de Gloria Swanson es absolutamente inolvidable, y su trabajo es memorable desde hace setenta años y lo será durante otros tantos. Es mujer que se niega a ver la realidad (con alguna ayuda) y cuyos movimientos y gestos (y sus ojos… ¡sus ojos!) siguen siendo los que hacía veinticinco años atrás en las películas, con los excesos que eso conlleva, nos trae una caricatura tragicómica que roza el perfil psicótico en más de una ocasión. La escena final, si la has visto, no la olvidas.

 

Decir que el cine clásico es mejor que el actual es algo común. Yo no me atrevo a tanto. Sí estoy de acuerdo en que, tal y como pasa en la literatura, si una película (o libro) sobrevive setenta años es por algo, porque tiene calidad. Y de cada año sobrevive un pequeño número de películas (y de libros). Sin embargo, en la actualidad vemos decenas y decenas de películas por año, sean de la calidad que sean. Así que la comparación no es justa.

 

Pero lo que sí es cierto es que en esas pocas películas que conservamos de cada año de la época dorada del cine la calidad rebosa por todas las esquinas. Los guiones, los diálogos, suelen ser magníficos, y mucho menos trasnochados de lo que nos podamos imaginar. “El crepúsculo de los dioses” (algún día alguien habrá de explicar por qué el título original de “Sunset Boulevard” se tradujo de esta manera) es un ejemplo perfecto, en el que todo resulta como está planeado, y el espectador asiste a la representación con interés.

 

Si te gusta el cine clásico seguramente hayas visto varias veces esta película. Si no te gusta (o nunca te llamó la atención pero tienes curiosidad) esta película puede ser una perfecta carta de presentación para disfrutar de todas sus bondades.

 

 

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