Tanto es así que ni
tan siquiera puede pagar el alquiler del pequeño apartamento en el que malvive
y en el que trabaja intentando sacar un guion vendible que lo saque de los
apuros en los que está hundido. Mientras tanto, debe varias mensualidades de su
coche, lo que le obliga a aparcar lejos de su casa para que no se lo embarguen.
A pesar de todos
sus esfuerzos y de quemar todos sus cartuchos, Joe no vende esa historia que le
dé un respiro. Y, mientras planea vender lo poco que le queda para irse a su
localidad de nacimiento, acaba aparcando (escondiendo) su coche en lo que
parece una mansión abandonada de Sunset Boulevard. La enorme propiedad dispone
de varios garajes y se encuentra en un estado lamentable, con maleza por todas
partes. Sin embargo, a pesar de lo que Joe imagina, no está deshabitada.
“El crepúsculo de
los dioses” es una película escrita y dirigida por Billy Wilder. Seguramente no
haya mucho más que decir para darse cuenta de que es una obra maestra. Además,
una narración un tanto inquietante que viene acompañada de un ácido humor negro
nos presenta un Hollywood un tanto cruel y poco humano (tal vez una visión
cercana a la realidad) en el que el personaje de Norma Desmond (un nombre ficticio
pero con guiños a dos estrellas del cine mudo como fueron Mabel Normand y
William Desmond Taylor).
El papel de Gloria
Swanson es absolutamente inolvidable, y su trabajo es memorable desde hace
setenta años y lo será durante otros tantos. Es mujer que se niega a ver la
realidad (con alguna ayuda) y cuyos movimientos y gestos (y sus ojos… ¡sus
ojos!) siguen siendo los que hacía veinticinco años atrás en las películas, con
los excesos que eso conlleva, nos trae una caricatura tragicómica que roza el
perfil psicótico en más de una ocasión. La escena final, si la has visto, no la
olvidas.
Pero lo que sí es
cierto es que en esas pocas películas que conservamos de cada año de la época
dorada del cine la calidad rebosa por todas las esquinas. Los guiones, los
diálogos, suelen ser magníficos, y mucho menos trasnochados de lo que nos
podamos imaginar. “El crepúsculo de los dioses” (algún día alguien habrá de
explicar por qué el título original de “Sunset Boulevard” se tradujo de esta
manera) es un ejemplo perfecto, en el que todo resulta como está planeado, y el
espectador asiste a la representación con interés.
Si te gusta el cine
clásico seguramente hayas visto varias veces esta película. Si no te gusta (o
nunca te llamó la atención pero tienes curiosidad) esta película puede ser una
perfecta carta de presentación para disfrutar de todas sus bondades.
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