Las películas japonesas, al menos las que yo he visto, se suelen apoyar en algún pilar común, entre los que se puede nombrar el mostrarnos la cotidianeidad de una manera magnífica, enseñándonos costumbres y usos en una forma que tan solo se puede calificar de arte.
El día a día suele ser una parte irrenunciable de lo que nos
quieren contar. Además suele incidirse en la complejidad de las relaciones
entre los personajes, y el dibujar la personalidad de cada uno con acierto
suele ser un punto fuerte de las películas niponas. En “Un asunto de familia”
vamos a encontrar todo eso, y sin embargo no es lo más relevante de la cinta.
Por dar unas
mínimas pinceladas del argumento (y siempre intentando no dar más datos de los
que se encuentran en las dos líneas de la sinopsis) he de decir que nos vamos a
encontrar con la familia Shibata, que (mal)vive en una casucha propiedad de la
abuela que comparte con otras cuatro personas. El día a día consiste en
intentar conseguir algo de dinero para ir tirando ya sea por medio de trabajos
precarios, trampeando alguna situación o, en este caso llevado a cabo por padre
e hijo, algún hurto con mayor o menor éxito.
En una noche en la
que regresan a casa con los bolsillos llenos con su botín (padre e hijo, Osamu y Shota)
encuentran a una niña jugando en una terraza pasando terrible frío mientras en
el interior de la casa se escuchan discusiones. Deciden llevarla a casa para
mantenerla a salvo esa noche. Creo que, por lo que vas leyendo, te habrás hecho
a la idea de que “Un asunto de familia” es una película dramática en la que
vemos una penuria tras otra. No. En absoluto es así. A pesar de las carencias
económicas (y en algún caso carencias éticas también) estamos ante una familia
feliz, en la que la relación entre ellos es envidiable.
Parece mentira que Kore-eda sea capaz de volver una y otra vez a las relaciones familiares y aún así volver a sorprendernos. Sabemos o imaginamos lo que vamos a ver incluso antes de empezar la película, pero él tiene la capacidad de llevarnos deliberadamente hacia una deliciosa incertidumbre. De todas maneras creo que en el futuro tendrá difícil superar el nivel alcanzado en (la ultrapremiada) “Un asunto de familia”, una película atemporal que, creo, será recordada durante muchas décadas, con total merecimiento.
Te invito a que, si no la has visto, des una oportunidad a esta
película y a sus personajes, pobres, paupérrimos, pero que incluso vistiendo a
sus hijos con camisetas viejas podemos emocionarnos con el amor que se dedican
unos a otros. ¿Y no es eso lo mejor de la vida? El sentirse cómodo con las
personas que te aprecian como eres y que te hacen sentir mejor incluso de lo
que puedes llegar a ser. No puedo evitar terminar diciendo que estas
relaciones, esa forma de querer, esa sensibilidad, nos la trae una inolvidable “familia”.
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