lunes, 25 de octubre de 2021

Yo soy el amor

 La familia Recchi vive cerca de Milán y, desde hace ya unas cuantas décadas, disfruta de una importante posición económica y social gracias a la prestigiosa fábrica textil que fundó el abuelo de la misma, y que en estos días va a sufrir la entrega del testigo a uno de los formados nietos, que habrá de decidir entre seguir con la tradición familiar o dar un enfoque totalmente nuevo que le permita adaptarse a los nuevos tiempos.


En una especie de mansión que no sabemos a qué era pertenece discurre la vida de esta familia de tres generaciones, y entre todos ellos hemos de destacar la generación del medio, en la que encontramos a Antonio (hijo/padre) y a su esposa Emma, una inmigrante rusa que lleva ya mucho tiempo entre ellos y que es capaz de desarrollar la ancestral labor que se espera de ella en esa familia (ya se sabe, la de perfecta anfitriona de una familia de la alta burguesía y de madre preocupada y ocupada en el desarrollo de sus hijos) de una manera excepcional.

 

Con ella, con Emma (una inconmensurable Tilda Swinton) conoceremos de primera mano la cara y la cruz de su posición: pronto vemos una sombra en sus ojos, en su comportamiento, que nos hace creer que tal vez la vida que lleva tantos años viviendo no es la que ella necesita. Tal vez. Así se nos muestra esa eterna duda que asalta al ser humano y que en tantas ocasiones sirve de base para libros y películas, y que es de nuevo utilizada por Luca Guadagnino para traernos esta historia.

 

¿Qué nos vamos a encontrar en cuanto comience la función? Creo que lo que hay que destacar es una muy cuidada puesta en escena, con una dedicación que salta a la vista (el director estuvo muchos años dedicando su tiempo a desarrollar de la mejor manera este proyecto). En el metraje de "Yo soy el amor" se mezcla lo mejor del cine clásico italiano con los toques de modernidad y actualidad característicos del director (buen director) que, por lo que podemos ver, tiene una especial devoción por Tilda Swinton (comprensible y que hace que brille de una manera brutal). 


Es difícil no pararse a destacar la sobria, contenida y expresiva interpretación de la actriz escocesa, y es que a pesar de que Emma es una persona que habla poco y se ve relegada siempre a un segundo o tercer plano, con sus silencios y sus miradas Tilda llena la pantalla de una forma profunda y clara. Sin duda es lo mejor de la película.

 

En “Yo soy el amor” vamos a ver dudas, miedos y una particular lucha de clases que parece anacrónica pero que no lo es, con una burguesía que se resiste a verse difuminada y una juventud que no siempre recibe esa herencia con gusto, trayendo consigo, de nuevo una lucha, en este caso generacional. Es fácil sentirse a disgusto cuando las cosas no van como deberían (y me refiero a lo que hoy día prima, que es lo económico); sin embargo, es menos común ver a las personas dudar entre la opulencia, Pues bien, veremos cómo se convierten escenarios de deslumbrante en su momento lujo  en jaulas, en una especie de prisión para la protagonista, con la que no nos será difícil empatizar. 


Hemos repasado lo mejor de la película y hay que recalcar la cara oscura también. Creo que la principal es que en ocasiones puede dar la impresión de ser un poco larga (a mí no me lo pareció, pero comprendería que sea así ya que el inicio es deliberadamente pausado), y es evidente que no es una historia apta para todos los gustos. Sin embargo creo también que es una película recomendable, y una vez vista será muy difícil no reconocer la excelente labor de la protagonista.


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